Nick Cave

Aprovecho este momento de "break" en el estudio de Patrimonio para escribir estas líneas.

Ante todo, dar las gracias a Rodrigo por su iniciativa de reunión en su piso. También pedir disculpas a Tere y las demás chicas que iban conmigo en su coche camino del Poble Nou por los momentos de confusión que les hice vivir; ya se sabe que cuando uno bebe demasiado puede acabar perdiendo el sentido de la orientación, así como muchas otras cosas que no es preciso mencionar aquí.

Por lo demás el "Huasipichay" (como diría Rodrigo) estuvo "chévere" (como diría Ana), o "très bien" (como lo haría Clarencia), y aunque la "seeena" (como diría Carla) no fue al uso, estuvo todo muy "riquiño" (como dirían Isabel y Matilde), algo que sin duda Paulina, Ceci e Ivette remarcarían, cual coro celestial, con un sonoro "ándaleeeeeee", a lo que querría añadir, sin que venga a cuento, que me gustaría hablar de Bob Dylan.

Me imagino lo que dirían las que no estuvieron allí: "Ah, ¿pero hubo una fiesta?" (creo que esta frase se la podemos adjudicar a Eva); "lastima que no pudiera ir Ricard, me hubieses podido sacar a bailar (Celene); "el infierno no son los demás, sino uno mismo" (Tate Cabré parafraseando mal a Sartre); "¿qué día es hoy?" (otra vez Eva); "yo quería ir pero surgió un compromiso y no pude" (Amanda y Denisse por igual, aunque la segunda lo diría con un curioso, marcado y muy simpático acento italiano).

En fin, me encuentro enfrascado en plena batalla estudiantil con la materia de Patrimonio, acompañado, no por Dios, como quisiera el cura de la UIC, sino por Nick Cave (el de la foto), un tipo casi divino, cuya música, que suena en estos momentos por los altavoces de mi ordenador, en el caso de encontrarse uno algo tristón o deprimido, es ideal para hundirse definitivamente en la miseria.

Sed buenos/as... aunque no demasiado.